martes, 28 de abril de 2015

Los limites de lo ajeno.



Es difícil para algunas personas encontrar la conexión entre el ser y el quehacer, la filosofía de su existencia es algo secundario respecto a lo cotidiano, como si su vida no fuese importante, y deba por ansiedad metafísica dar mas protagonismo  a la vida ajena que a la suya propia.
Para algunas personas, - o varias si es el caso – explorar su mundo interno es poco mas que tratar el cerebro como si fuese un órgano aparte, cuando en realidad es el motor de la conciencia humana.
Pero haciendo honor a la ignorancia de quien – o quienes – hablan por desconocimiento, por doble moral, por envidia insoslayable, y hasta por vergüenza interna de querer hacer lo que critican.
A mis cuarenta y cuatro años, si se miden con la vara de lo cuantitativo he aprendido que cada palabra que pronuncio, que cada acción que ejecutan mis manos, que todo sonido que coquetea con mis oídos, que cada idea que proceso en mis adentros depende de mi estado, y su peso en mi vida se aliviana cuando descubro una luz para mi único y exclusivo firmamento personal.
Para algunas personas cuán difícil les resulta separar lo individual de lo colectivo, lo personal de lo ajeno, lo laboral de la vida privada, muy pocas personas logran entenderlo.
Y por supuesto que si, el que no comprendamos algo no nos impide el hecho de saber que existe los limites de los ajeno. Si pudiésemos esclarecer mejor el sentido del respeto entonces podríamos comprender que algunos comentarios o apreciaciones ajenas podrían dolerme pero la noticia es que mi mente es mas rápida, y ahora puedo entender que mi vida, mis sentimientos, mis acciones, no tienen que nacer, vivir ni padecer en brazos de otros seres, sino en mi mismo, si me equivoco o no será a mi manera.
Mi asombro no disminuye al tratar de comprender el mundo ajeno pero si  ha aumentado mis  fuerzas de levantarme cada día y abrazarme a las personas maravillosas que están en mi vida, mi hija, mi madre, y la mujer que quiero.
Hoy no seria yo si ayer no hubiese reconocido que me he equivocado muchas, muchas veces, que cada segundo que veo pasar mi vida se sienta a conversar con lo que padezco a cada paso.

Es saber que quiero despertar y lavarme la mirada de los otros, para volar al sitio mas alto que se me ha asignado comprendiendo siempre que en mi si habitan, cohabitan y existen los limites de lo ajeno.