Ayer en una actividad del trabajo
me regalaron unos “popis”
Hoy en la mañana abrí uno y
entonces al verlo su forma y su olor: vino el recuerdo.
Yo crecí en un Guadalupe donde
había estanco del CNP, con almacén llamado la Ballita (me disculpan si escribo mal
en nombre) antes de los Mas x Menos, donde en las navidades se nos caían las babas en las ventanas de Chumpí, el medico
era Don Hermógenes, y anduvo Filpo con su inseparable carretillo. Bailamos en
Escala, y patinamos en el Skyland. Existía Karika (decir nos vemos en Karika
era el sinónimo de las peleas del Napo) y como muchos de ustedes fumé en La
Carreta.
Cerca de la Centeno Güell estaba el
café Montero, su olor era inconfundible, era atendido por unas hermanas. Ahí vendían
unos deliciosos confites de mora, (por eso al ver el popi los recordé) estos
confites estabas exhibidos en unos grandes frascos de vidrio con tapa de metal
y de rosca. En este café también vendían maní, yo solía sentarme en una banca
de madera y sentía el vaho caliente de la tostadora. Así se me pasaba la vida.
Cuando había una peseta (veinticinco
centavos de un colon) yo corría al café Montero, con esa peseta compraba dos
confites de mora y una pequeña bolsita de maní americano recién tostado. Eses
era uno de los tantos delicatesen de la pobreza.
Vos pelabas el maní y triturabas
los confites para mezclar todo apelmazado,
una vez en la boca ese era nuestro
turrón de maní y confites de mora…me parece verte viejo…riendo con los dientes
y la lengua teñida de morado…me parece verte.