lunes, 17 de noviembre de 2014

Confites de mora



Ayer en una actividad del trabajo me regalaron unos “popis”
Hoy en la mañana abrí uno y entonces al verlo su forma y su olor: vino el recuerdo.
Yo crecí en un Guadalupe donde había estanco del CNP, con almacén llamado  la Ballita  (me disculpan si escribo mal en nombre) antes de los Mas x Menos,  donde en las navidades se nos caían las babas en las ventanas de Chumpí, el medico era Don Hermógenes, y anduvo Filpo con su inseparable carretillo. Bailamos en Escala, y patinamos en el Skyland. Existía Karika (decir nos vemos en Karika era el sinónimo de las peleas del Napo) y como muchos de ustedes fumé en La Carreta.
Cerca de la Centeno Güell estaba el café Montero, su olor era inconfundible, era atendido por unas hermanas. Ahí vendían unos deliciosos confites de mora, (por eso al ver el popi los recordé) estos confites estabas exhibidos en unos grandes frascos de vidrio con tapa de metal y de rosca. En este café también vendían maní, yo solía sentarme en una banca de madera y sentía el vaho caliente de la tostadora. Así se me pasaba la vida.
Cuando había una peseta (veinticinco centavos de un colon) yo corría al café Montero, con esa peseta compraba dos confites de mora y una pequeña bolsita de maní americano recién tostado. Eses era uno de los tantos delicatesen de la pobreza.

Vos pelabas el maní y triturabas los confites para  mezclar todo apelmazado, una vez en  la boca ese era nuestro turrón de maní y confites de mora…me parece verte viejo…riendo con los dientes y la lengua teñida de morado…me parece verte.

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